Espacios públicos seguros para las mujeres y las niñas: del hogar a la vida pública

24 de Noviembre de 2021

 

 

Año tras año, República Dominicana queda entre los países con mayor tasa de feminicidio de la región latinoamericana. Según datos de la CEPAL, en el año 2020 nos hemos colocado, descontando pequeños países insulares, en un segundo puesto[1]. Sin embargo, los feminicidios son solo la parte más visible, extrema y mediática de la violencia contra las mujeres y niñas, es necesario analizar la violencia de género desde una perspectiva más amplia y multidimensional.

En el año 2018, se llevó a cabo la primera encuesta nacional enfocada en relevar específicamente datos de violencia contra las mujeres, la ENESIM 2018[2]. En ella, se estudió el fenómeno utilizando una valiosa diversidad de variables y tomando en cuenta diferentes ámbitos[3].

Según esta encuesta, un 68.8% de mujeres dominicanas de 15 años y más, es decir, más de dos de cada tres, declaró haber sufrido violencia de género a lo largo de su vida. Un 52.7% ha vivido violencia en el ámbito privado y un 51.9% en el ámbito público. Son cifras muy similares, que desacreditan con evidencia el mito de que la violencia de género es un tema de pareja y del hogar. En todos los ámbitos estudiados los índices de violencia de género son notables.

Desde el PNUD, en el marco del proyecto regional Infosegura, junto a USAID, la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE), el Ministerio de Interior y Policía y el Ministerio de la Mujer, utilizamos la riqueza de datos de la encuesta ENESIM-18 para hacer dos estudios mediante los que analizar la violencia que sufren las mujeres en dos ámbitos específicos: el ámbito laboral y el ámbito comunitario[4]. En estos estudios, se concluye que la violencia se manifiesta como un “continuum”, porque las mujeres lo viven a lo largo de toda su vida y en todos los ámbitos en los que interaccionan.

El perfil de víctima en ambos ámbitos es similar y es tan amplio que nos indica que cualquier mujer dominicana puede potencialmente sufrir violencia. El tipo de violencia más frecuente es el acoso sexual: de las mujeres que han sido víctimas en cada ámbito, un 92.5% (comunitario) y 70.3% (laboral) han sufrido violencia de este tipo.

En el ámbito comunitario, se evidencia que las mujeres no pueden disfrutar del espacio público con la seguridad que deberían. Un 39.2% de mujeres de 15 años y más ha sufrido violencia en el ámbito comunitario a lo largo de su vida, de las que un 84.3% declaran haberlo sufrido en la calle, parque o playa. Esto, sumado a que la percepción de inseguridad de las mujeres es mayor que la de los hombres, causa que las mujeres en muchas ocasiones dejen de utilizar los espacios públicos y los lugares de ocio, y que cuando los utilizan no puedan hacerlo con la debida tranquilidad y seguridad que se necesita para tener una vida pública plena.

En cuanto al ámbito laboral, un 21.2% de mujeres mayores de 15 años declara haber sufrido hostigamiento o acoso en el trabajo. Esta situación de violencia laboral se suma a la conocida brecha salarial y al menor acceso de las mujeres al mercado de trabajo, con lo que podemos concluir que las mujeres tienen mayores dificultades para acceder a un trabajo, y, que cuando acceden, reciben una prestación inferior y además han de convivir con la inseguridad de poder ser potencialmente agredidas o acosadas.

La respuesta más frecuente a estas situaciones de violencia es el silencio y la impunidad. Más del 95% de las víctimas no denuncia lo hechos. De ellas, algo más del 75% declara que no lo hace por considerarlo un hecho sin importancia. Los estudios muestran la vigencia de estereotipos de género y destacan que las mujeres que han vivenciado violencia por parte de sus padres en la infancia sufren en mayor medida situaciones de violencia en su adultez. Esto nos muestra que existe una naturalización de la violencia en la sociedad dominicana que lleva a la no denuncia, a la normalización y aceptación de la violencia contra las mujeres, incluso por parte de las propias víctimas. La cultura machista fomenta y legitima la violencia contra las mujeres. Su normalización basada en roles y tradiciones culturalmente aceptadas es el motivo por el que es tan difícil su prevención y denuncia.

Para dar cumplimiento al ODS 5, y concretamente a la meta 2, que plantea eliminar todas las formas de violencia contra todas las mujeres y las niñas en los ámbitos público y privado, hemos de seguir trabajando para fomentar la denuncia de la violencia de género, mejorar la asistencia a las víctimas y garantizar la sanción a los perpetradores, pero sin olvidar que para erradicar definitivamente la violencia de género es imprescindible un trabajo social y educativo que promueva la desnaturalización de la cultura machista, de los estereotipos y los roles de género tradicionales para garantizar el desarrollo de la sociedad, sin dejar a las mujeres atrás.

[1] https://oig.cepal.org/es/indicadores/feminicidio

[2] Encuesta Experimental sobre la Situación de las Mujeres (ENESIM-2018). Oficina Nacional de Estadística (ONE), Ministerio de la Mujer y Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Año 2018.

[3]https://admingenero.one.gob.do/Temp/EncuestaExperimentalsobrelaSituaciondelasMujeres2018.pdf

[4] https://www.do.undp.org/content/dominican_republic/es/home/library/estudios-sobre-violencia-contra-las-mujeres-y-ninas-en-el-ambito.html