Mujeres y Mipymes ¿verdadero empoderamiento económico?

30 de Julio de 2019

La Agenda 2030 llama a promover políticas orientadas al desarrollo que apoyen las actividades productivas, la creación de empleo decente, el emprendimiento, la creatividad y la innovación, y alentar la oficialización y el crecimiento de las Mipymes. Foto: PNUD R. D.

En un mercado de trabajo como el de República Dominicana, donde la participación de las mujeres adolece de serias brechas respecto a los hombres en términos de ocupación, desempleo y salarios, la promoción de la autonomía económica de las mujeres es un componente esencial para superar estas desigualdades.[1]

Uno de los sectores que ofrece mayores oportunidades a las mujeres para obtener ingresos propios es el de las micro, pequeñas y medianas empresas (Mipymes). En el país, el 56.7% del total de personas ocupadas se encuentra en las Mipymes, lo que coloca a este sector como una de las fuentes de empleo más importante.[2]

Sin embargo, se manifiestan claras diferencias de alcance, composición y niveles de ingresos según el sexo del titular de estos negocios, de los cuales sólo un 14% están liderados por mujeres, un 21.1% son de propiedad conjunta y el 64.9% pertenecen a hombres.

Los emprendimientos dirigidos por mujeres se caracterizan por ser en su mayoría informales, de menor tamaño y capital invertido, y de gestión administrativa más débil. El 59.8% de las Mipymes lideradas por mujeres presenta ventas iguales o inferiores a un salario mínimo, en comparación con el 34.1% de las encabezadas por hombres.[3]

Las Mipymes tienden a reproducir los roles de género tradicionalmente asignados. Los centros de belleza y cuidado personal ocupan el segundo lugar entre las Mipymes de local fijo, siendo el 77.5% de propiedad femenina.[4] Para las mujeres, emprender un negocio conlleva enfrentarse al dilema de qué hacer con sus hijos, con los familiares envejecientes o que tengan alguna discapacidad, así como con las labores del hogar cuya responsabilidad recae sobre ellas. Por tal razón suelen dividir su tiempo entre la labor productiva y el trabajo de cuidados utilizando su hogar como local comercial, con serias implicaciones en términos de la sostenibilidad de los emprendimientos.

Como respuesta ante esta situación, la Agenda 2030 llama a promover políticas orientadas al desarrollo que apoyen las actividades productivas, la creación de empleo decente, el emprendimiento, la creatividad y la innovación, y alentar la oficialización y el crecimiento de las Mipymes, a la vez que compromete a los países a tomar medidas para asegurar la participación plena y efectiva de las mujeres en el ámbito económico[5].

Experiencias como el Programa de Empresarialidad Femenina del Ministerio de Industria, Comercio y Mipymes; el Programa de apoyo a mujeres proveedoras del Estado de la Dirección General de Compras y Contrataciones Públicas; y el Proyecto Mujeres Super Emprendedoras de la Vicepresidencia, son buenos ejemplos de medidas de equidad y acciones positivas, pero aún hace falta más.

Es necesario seguir creando espacios públicos y accesibles para aligerar la pesada carga de las responsabilidades de cuidados que descansan sobre las mujeres y que limita el tamaño y la calidad de sus emprendimientos; al mismo tiempo, se requiere fomentar en las emprendedoras su incursión en negocios generadores de mayores ingresos (no necesariamente asociados a los roles reproductivos) e incorporar el enfoque de igualdad de género de forma transversal en las políticas públicas de promoción de las Mipymes.


[1] Banco Central, 2018. Encuesta Nacional Continua de Fuerza de Trabajo (ENCFT)

[2] Oficina Nacional de Estadísticas. Primer Módulo de Caracterización de Micro, Pequeñas y Medianas Empresas en la Encuesta Nacional de Hogares de Propósitos Múltiples (ENHOGAR, 2013)

[3] Fondo para el Financiamiento de la Microempresa (Fondomicro) Micro, pequeñas y medianas empresas en a República Dominicana (2013)

[4] Ídem

[5] ODS 8 y ODS 5. https://www.un.org/sustainabledevelopment/es/